domingo, 24 de mayo de 2009

La primavera de Benedetti

Todos sabemos que hace unos días murió Mario Benedetti, todos los que alguna vez nos paseamos por su palabra. Todos hemos sentido la tentación de ponernos cursis y grandilocuentes homenajeando su vida, su obra...
Para mí Benedetti siempre tuvo el aspecto de un abuelo sonriente, uno de esos abuelos que cuenta historias no siempre felices ni siempre tristes, como la vida misma. Uno de esos abuelos que oculta, con un guiño de su mirada, poemas de amor, de tiempo, de deseos, de olvidos, incluso de muerte. Siempre despierto, siempre con los ojos abiertos incluso a lo que no se ve con los ojos.
Puede que esta no sea más que mi impresión sobre él pero, si no es la realidad, quizá podría ser una novela... o un poema.

No me resisto a incluir una cita, de una de sus historias, de una de las que más me gusta, de una que resume una vida, quizá todas las vidas.

la primavera es como un espejo pero el mío tiene una esquina rota / era inevitable no iba a conservarse enterito después de este quinquenio más bien nutrido / pero aun con una esquina rota el espejo sirve la primavera sirve




viernes, 15 de mayo de 2009

José Mª de Esteban y Mateo

Nos visitó hace unos días, como lo había hecho ya hace un par de años, un excepcional poeta local. José Mª de Esteban es algo más que un escritor; lo que nos trajo es más que su poesía, nos ofreció generosa y gratuitamente el ejemplo del esfuerzo constante, de la lucha cotidiana, del afán de superación de dificultades interiores y exteriores y de un amor inagotable por la VIDA, así, con mayúsculas.
En la nota del autor de su libro Espejo de Realidad José Mª se nos presenta:

Nací a la poesía en la primavera de 1974, contaba entonces 16 años.
Empecé escribiendo un poema sobre una paloma que en su fuero interno buscaba la libertad, que es beber en la fuente de la felicidad [...]
Le doy las gracias a Cari, una foniatra que nos impartía sus clases en el centro base para paralíticos cerebrales Virgen de la Caridad [...], me aficionó a la lectura con el libro Platero y yo de Juan Ramón Jiménez, [...] fue con esta obra, con la que ella corregía mi habla tartamuda, y con la que me dí cuenta de que estaba despertando el numen que hay en las raíces de mi ser...
No han sido nada fáciles mis comienzos en la escritura por ordenador [...] porque son múltiples las sendas alternativas que se vierten en el camino del entendimiento...

Para que podamos entender mejor su calidad (y su calidez) os proponemos la lectura de algunas estrofas de su poema Cuando escribo con la pluma de mi interior.
Los que estuvimos allí asistimos con él a la demostración, sencilla y rotunda, de que es posible que el cuerpo esté encerrado en grandes limitaciones, pero para el alma las únicas fronteras que existen son las que nosotros mismos creamos.
Gracias, José María.